lunes, 13 de octubre de 2008

Contrabando: Un ilícito o un modus de vida

Al tratar de cruzar la Aduana principal de San Antonio, la cual separa a Venezuela con Colombia, hay algo que no se puede evitar observar, y es cómo el contrabando hace de las suyas sin que las autoridades puedan hacer nada para contrarrestarlo, y peor aún es ver cómo esta actividad ha dejado de ser un ilícito, para convertirse en un modus de vida para gran número de habitantes de esta zona fronteriza.

Las causas o los motivos para que el contrabando exista y persista a través de los años y de los gobiernos son muchas, pero sin duda alguna la más resaltante es la amplitud de la línea fronteriza con el vecino país (761 Kilómetros).

Las causas o los motivos para que éste exista y persista a través de los años y de los gobiernos, son muchas, pero sin duda alguna la más resaltante es la amplitud de la línea fronteriza con el vecino país, en esta zona (761 Kilómetros, según el Destacamento de fronteras 11).

Pero no se puede dejar a un lado circunstancias locales de vital importancia e influencia para que muchas familias dependan de este ilegítimo empleo, como lo son la falta de fuentes estables de trabajo, la falta de políticas de prevención mancomunadas por las autoridades de ambos países y también el irrespeto permanente a las legislaciones tanto por los funcionarios públicos, como por la ciudadanía.

Tampoco se pueden obviar los motivos, que según los habitantes de esta zona, los conlleva a convertirse en “delincuentes” para poder llevar a sus hogares el sustento diario. Y resulta paradójico que en la frontera más viva de América Latina, donde el comercio internacional produce un abultado ingreso tributario no se generen las suficientes plazas de trabajo para satisfacer el mercado local.

Precisamente la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, (vigente en la actualidad), expresa textualmente en el artículo 327: “La atención de las fronteras es prioritaria en el cumplimiento y aplicación de los principios de seguridad de la nación; a tal efecto, se establece una franja de seguridad de fronteras cuya amplitud, regímenes especiales en lo económico y social, poblamiento y utilización serán regulados por la Ley”

Pero para entender esta cruda realidad, será necesario visualizar las dos caras de la moneda de esta historia: por un lado la parte legislativa, en donde se regula el comercio exterior y se pena esta actividad ilícita; y por otra, conocer el día a día de todas aquellas personas que tienen en el contrabando su fuente de ingreso.

El contrabando actividad ilícita

Para las legislaciones venezolanas el contrabando es concebido como una manifestación ilegal de comercio que atenta contra la seguridad nacional, estando así sancionada con una pena que va desde los cuatro hasta los ocho años de cárcel.
La Ley Sobre el Delito de Contrabando establece en su artículo 3, numeral 6 que se constituye delito de contrabando en la siguiente situación: “El transporte, depósito, tenencia y permanencia de mercancías nacionales o nacionalizadas en vehículos de cabotaje, sin cumplir con el procedimiento aduanero legalmente establecido”.

Esta ley, que entró en vigencia el 05 de diciembre de 2002 designa para contrarrestar esta actividad sólo a dos organismos: “Es competente para investigar y conocer de la perpetración del Delito de Contrabando, el Ministerio Público y el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT)”.

Para nadie es un secreto que en la frontera colombo-venezolana los principales productos de contrabando son la gasolina y el gasoil, quizá por su fácil movilización y los beneficios económicos que produce al presentarse esa diferencia de valores de las monedas de los diferentes países.

Diariamente miles de vehículos se dirigen a cruzar la frontera con importantes cargamentos de alimentos de la cesta básica y/o combustibles que en algunas ocasiones pueden llegar hasta Bogotá, debilitando cada vez más el comercio en la región y desabasteciendo a la población en muchas oportunidades, según José Rozo, presidente de Fedecamaras Táchira, en representación de los comerciantes fronterizos.

La Guardia Nacional como organismo de seguridad pública, encargada de salvaguardar la Soberanía Nacional ejerce operativos las 24 horas del día para evitar la evasión, transporte, comercialización y distribución de los productos venezolanos por lo largo de la línea fronteriza con el vecino país, afirma el cabo Valderrama, encargado de la división de hidrocarburos del Destacamento de Fronteras número 11.

Sustento de muchos

Es tanta la cantidad de gente que vive del contrabando en la frontera que han llegado a organizarse en redes para poder evadir las autoridades en los distintos puntos de control.

Estas redes no están formadas sólo de las personas que transporta la gasolina o el material de contrabando, sino es un una cadena que empieza desde el bombero, el guardia de turno, el “potero” que recibe el dinero para que pueda pasar la mercancía ilegal, el funcionario de la aduana que autoriza el paso, el “maletero” que traslada en algunas ocasiones las mercancía por el Río Táchira y finalmente el que la compra.



Guerrero sobre dos ruedas

Alexander Guerrero es un colombiano con nacionalización venezolana, de 39 años de edad que está en el Puente Internacional Simón Bolívar desde las cuatro de la mañana esperando que lo contraten para trasladar por medio de trochas mercancía en su bicicleta hasta la Parada (Norte de Santander).

En su cara se nota el agotamiento por un trabajo tan pesado y en sus piernas y brazos se reflejan las huellas que le han dejado las caídas, pero a pesar de eso se siente feliz de hacer lo que hace.

Lo único que tiene que hacer Alexander es evadir el puesto de control de la DIAM, por eso no considera duro su trabajo por la costumbre de trabajar independiente, sin rendirle cuentas a ningún “patrón”, nunca piensa dejar de hacer esto.
En los 15 años que lleva en esta profesión ha aprendido a rendir los pocos ingresos que le produce para mantener a sus tres hijos y a su esposa, también ha aprendido a levantarse rápido cuando se cae de la bicicleta.

Sólo cinco mil pesos (10 bolívares) cobra Alexander por un viaje en su bicicleta hasta después de la Aduana colombiana, si trabaja fuerte todo el día podría hacer hasta 40 mil pesos (80 bolívares), aunque este valor puede variar dependiendo del día, y a esto bebe restársele la comisión de los Guardias Nacionales pues según él “ellos también comen”.

Sin lugar a duda alguna, el contrabando, ilícito o modus de vida ews una realidad que se vive dia a dia en la frontera colombo-venezolana y que al llevar muchos años ejerciendose, es como un gran roble difícil de derrumbar.